martes, 26 de octubre de 2010

Dejar sueltos los pensamientos

Descalzar los sentidos

Tener a flor de piel los deseos

Los ojos

Las manos

Sentir sin desesperar

No desesperar por sentir

Quererte o no

Sigo inmóvil


Estábamos sentadas en un cantero, en la puerta del mercado sud. Mientras esperábamos el colectivo que tenías que tomar, hablábamos de los departamentos del edificio que estaba al frente, del ruido de la calle, del perro que olfateaba desesperado valla a saber que cosa y me preguntaste. Me preguntaste si era feliz. Y no se porque pero se me hizo un nudo el alma y unas terribles ganas de llorar me llegaron de golpe. SI MAMA. SOY FELIZ dije yo.

Y por mi mente pasaron millones de cosas. Infinitos momentos, buenos, malos, interesantes y banales. Pero esa pregunta, salida de su boca, me golpeó tan fuerte que todavía no me repongo.

Me hubiera gustado decirte que trato de hacer mi vida como mejor puedo, (buscando muchas veces tus consejos). Y que crecer muchas veces me duele, que no es un camino de dicha todo el tiempo, pero que sabiendo que estás, todo se me hace más fácil.

Que cada día en que me levanto trato de mejorar, de hacer mejor las cosas, de ver el lado bueno, aprender, sonreír y dar gracias.

Si, debería haberte respondido que con ustedes soy feliz y puedo ser quien yo quiero ser. Decirte gracias por preguntar y darte un abrazo, de esos que mueven el mundo.

Si, soy muy feliz, extremadamente feliz, tanto como quisiera ser cualquier persona y te doy gracias por eso… por haberme dado la vida, por estar siempre y por acompañarme siempre, en todas. Ojala el día de mañana yo pueda armar una familia así y hacer tan feliz a alguien