martes, 11 de octubre de 2016

Cuando siento esta brisa fresquita de las noches primaverales, después de un día de mucho sol, me acuerdo de aquellas otras noches en las que andaba en remera y bombacha por tu cocina, preparándote alguna comida rica para que cuando comieras dijeras “mmm, me encanta como cocinas, bonita” y yo sonriera muy satisfecha cual Susanita…
Andaba así, en remera y bombacha por tu lado, y no me importaban mis celulitis, ni mis imperceptibles tetas. No, nada de eso me importaba porque te tenía a mi lado y estaba casi segura de que me querías, de que estabas enamorado de mi.
Digo “casi segura” porque nunca estuve segura del todo. Y eso me torturaba día tras día. Porque si, sabía que en algún momento me quisiste, pero nunca pude darme cuenta cuándo fue el momento en que dejaste de hacerlo y pasé a ser una mera compañía. No me di cuenta o no quise tal vez. Así de caprichoso y ciego puede ser mi corazón.
Creí que con mi amor bastaba; que ese amor infinito que sentía por vos podía contra todo… pero como me equivoqué… Ahora paso los días pensándote y las horas de terapia tratando de encontrar cual fue el error, dónde está la veta de mi inconsciente que me hizo ser así…
Y esta brisa de noche de primavera me hace una ensalada de recuerdos en el pecho, y se me agolpan en la garganta y en los ojos… veo cada momento pasar frente a mi como una peli que me sé de memoria…
Pero sigo, siempre para adelante.

Ahora ando en bombacha sola, en mi casa y no me preocupo por que a alguien le guste mi comida ni tengo planes Susanita, y no me interesa tampoco tener celulitis. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario